Del regazo encumbrecido
por las llamas del desafío
brotan rostros de fantasmas:
adumbraciones de la frente cándida
y la promesa larvada de un trino transcendental,
evocativas de la pasión inaugural
de un trayecto elemental
que anhelan la libertad de trenzar
pulsaciones de sangre vívida y éctasis lunar.
Labios de seda componen poemas
sobre las olas turbulentas de la oscuridad,
y el amante teje entre suspiros las esferas de su realidad.